martes, 7 de abril de 2009

La Agonía de los Incomprendidos

Por Cósmico

Sabes… estos días no soy yo, me canso rápido, se baja la euforia y me tengo que sentar, también me cuestan trabajo las miradas y los saludos ansiosos. He comenzado a tomar los caminitos desolados para llegar a destinos terroríficos mientras me diluyo entre el barullo como un fantasma. El desamor es una excusa perfecta, o por lo menos me sirve hoy. El amor que procuramos algunos aficionados al deterioro emocional es encantador para contar historias, nos convierte en victimas ¿Acaso existe algún ser humano dícese racional que no lo disfrute? Los insumos que de esto obtengo son equiparables a una dosis de esta agonía de los incomprendidos, un brebaje para la inseminación de un material exquisitamente depresivo, sí sí, enfermo quizá pero al fin al cabo artístico ¿No es virtuoso encontrar la belleza en el dolor del corazón?

El dolor nos convierte en narradores insanos, criaturas circulares desorientadas que se mueven en espirales tenues, compuestos de oscuros brillantes con agujeritos de luz llevaderos. Yo no sé nada de relaciones constructivas, mucho menos de amores, sólo de desamores y de mucho sexo. Eso sí… de sexo a mí pregúntenme, ya ni se me hace la gran cosa, ahora lo que más disfruto es lo que se da antes del sexo. ¿Apoco no es más bonito? Piensen nomas en todas esas veces que han tenido a uno-una o dos o tres exquisitos, con una piel de miel y un color afrutado, cabello recién secado y esos bellitos que se levantan cuando le respiras entre las orejas. Lo que sigue es mejor… tocar con la yemas de los dedos sus laterales y besar, besar cariñoso, soltando, esperando unos segundos, sonriendo, diluyéndose los labios de la saliva ácida mientras entierras poquito, nomás poquito las uñas en su espalda.

Lo que sigue después es falso y es poco. El coito, un acto mecánico que desemboca más temprano que tarde en punto y coma, de esos que son difíciles de continuar; permanece un vacio, y una pregunta que no logra formularse antes que la respuesta, entonces lo festejas con conversaciones chistorrenciales que te permiten liberarte, la poderosa fantasía de reinventarte con un desconocido, lograrte hermoso, encantador, sonriéndole a la vida, y alucinar que esta vez, probablemente-ojalá –sí ... lograste hacer el amor.


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